Una menor fuerza de agarre se asocia con un mayor riesgo de hospitalización por COVID-19
Lic. Jonathan Ortiz
No es algo nuevo que el déficit de fuerza y de masa muscular predisponen a una respuesta inmune deficiente ante enfermedades graves como puede ser el COVID-19. La fuerza es un biomarcador neto de salud, de hecho, mayores niveles de fuerza se relacionan con una menor mortalidad por todas las causas.
La actual pandemia ocasionada por el coronavirus SARS–CoV–2 ha colapsado los sistemas sanitarios. Pero sus efectos secundarios son algo mucho peor, llevaron a un nuevo problema sanitario, la inactividad física o sedentarismo.
Como se sabe, la hipertensión, obesidad y diabetes, son patologías que aumentan su incidencia, alimentadas principalmente por un estilo de vida sedentario. Estas comorbilidades curiosamente se asocian a una mayor gravedad tras infectarse por COVID-19 (1,2).
Un eslabón en común de estas patologías es la inflamación crónica de bajo grado, un factor que se caracteriza por la excesiva acumulación de grasa en diferentes tejidos y órganos, lo cual estimula la propagación de células inmunes de perfil pro-inflamatorio.
Este panorama por un lado acelera los procesos de degeneración de los tejidos, y por otro, aumenta el riesgo de una respuesta inmune deficiente (tormenta de citocinas) ante un posible patógeno o virus (3). Es decir, el sistema no regula los mecanismos de defensa ante el agente patógeno y libera excesivamente citocinas pro-inflamatorias como TNFα o la conocida IL-6. Esto lugar de combatir de forma eficiente la enfermedad, agrava su pronóstico.
El sedentarismo, como causal de múltiples enfermedades asociadas, es en definitiva un facilitador del acceso al COVID-19. El sistema inmunitario en definitiva, estaría menos preparado para hacer frente a la enfermedad. En este contexto, es reconocido que las personas con obesidad, diabetes o hipertensión comparten algo en común: Presentan una baja forma física.
Lamentablemente la fuerza muscular en el ámbito clínico está infravalorada, pese a que existen dos marcadores que reflejan seriamente la capacidad física de una persona: la fuerza 💪 y la capacidad cardiorrespiratoria 💓. Un estudio de Lavie C. J. y colaboradores (2021), muestra una relación inversa entre la capacidad cardiorrespiratoria y el riesgo de hospitalización por COVID-19 (4).
Por otro lado, la fuerza muscular es un potente predictor de mortalidad por todas las causas. En dónde para valorarla se puede realizar un simple test, el cual se relaciona muy bien con la fuerza global, el test de handgrip (medir la fuerza de agarre).
En un artículo de la revista Mundo Entrenamiento que hice hace unos años, hablo en detalle de este test y su relación con la salud, en donde mediante un dinamómetro, la persona ejerce la máxima fuerza con su mano y este aparato ofrece un valor en kilos o libras.
Un mayor nivel de fuerza manual, se asocia de forma general con mayores niveles de fuerza en todo el cuerpo. Un estudio de Celis-Morales y colaboradores (2018) analizó la fuerza de agarre durante cuatro años de 700 adultos entre un rango de 35 a 70 años. Se determinó, que la fuerza de agarre puede estar directamente asociada con un mayor riesgo de mortalidad en todas sus causas, principalmente por enfermedades cardio-metabólicas. (5) Por todo esto, se podría suponer que menores niveles de fuerza aumentarían el riesgo de sufrir COVID-19 con síntomas graves. Sigamos!!
Un estudio de Cheval B. y colaboradores (2021) analizó la relación entre el aumento de la fuerza muscular y el riesgo de hospitalización por COVID-19 (6). Este estudio recopiló datos entre 2004 y 2017 obteniendo una muestra final de 3.600 personas mayores de 50 años, de los cuales hubo 83 hospitalizaciones (2,3% del total). Los resultados sugieren que las personas con mayor riesgo de hospitalización eran típicamente personas mayores, con obesidad, enfermedad cardiovascular o renal crónica y una menor fuerza muscular.
La medición de la fuerza de agarre (se realizó al menos dos años antes, en 2017) se correlacionó estrechamente con el riesgo de hospitalización por COVID-19. En síntesis, tener bajos niveles de fuerza no se relaciona con mayor mortalidad por padecer obesidad o una enfermedad cardiovascular. Sino que, por sí sola una fuerza muscular pobre representa un factor pronóstico de enfermedad. En dónde los sujetos que más fuertes estaban (46kg de media) tuvieron menos riesgo de hospitalización (0,8%) que aquellos que eran más frágiles con un 22,64kg de media. (riesgo de hospitalización del 1,9%).
La evidencia se inclina sobre la importancia de entender la función muscular como marcador de pronóstico por COVID-19. Además, su relevancia es incluso mayor en un contexto de pacientes críticos. Un meta-análisis de Jochem C. Y colaboradores (2019) evaluó a 39.852 sujetos hospitalizados con enfermedades crónicas y estado crítico, estudiando la relación entre los niveles de fuerza y la mortalidad.(7).
Como resultado se mostró que tener bajos niveles de fuerza puede duplicar el riesgo de mortalidad. Un dato relevante fue el hecho de que aumentar solo 5 kg de fuerza de agarre, se correlacionó con una disminución del riesgo de mortalidad hasta un 22%, resultados más que alentadores.
Conclusiones
La sarcodinapenia, es decir, el déficit de fuerza y tejido muscular, predispone al sujeto a una respuesta inmunológica deficiente ante enfermedades graves como el COVID-19. Esta respuesta deteriorada puede conducir a una mayor riesgo de morbilidad, a una recuperación tardía y a un deterioro funcional de los sujetos con enfermedades preexistentes que consigan superar la enfermedad.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que quienes padecen el síndrome de fragilidad tienen una respuesta inmune débil, siendo la vacuna menos efectiva para ellos. Es decir, la falta de fuerza se asocia a un peor pronóstico en todas las etapas de la enfermedad (8).
La fuerza muscular reafirma su importancia como biomarcador de salud, mayores niveles de fuerza se relacionan con menor mortalidad por todas las causas. Especialmente es el caso de los sujetos en estado crítico por otras enfermedades ya instauradas.
La fuerza es el principal indicador de la salud del músculo, un órgano que si esta saludable, permite un equilibrio con el resto de órganos ayudando a preservar la salud metabólica.
Para finalizar, es importante tomar cartas sobre la importancia de la función muscular en la población en general. Tener poca fuerza (medida también con el test de handgrip) se presenta como el tercer factor de mortalidad (9,10,11). Las personas con menores niveles de fuerza tienen hasta el doble de riesgo de mortalidad que las personas más fuertes, es por eso, que aumentar los niveles de fuerza es una prioridad y no una opción.
Lic. Jonathan Ortiz
Licenciado en Educación Física
Referencia bibliográfica
11- González E. D., Pérez E. T., Gutiérrez H., Rodríguez A. C., y Torres G. (2011). Fragilidad y su asociación con mortalidad, hospitalizaciones y dependencia funcional en mexicanos de 60 años o más. Journal de Medicina Clinica, 138(11): 468–474.