“Entender el elevado colesterol como una causa de varias problemáticas y no como un problema en si….
El colesterol es el principal esterol del organismo humano. Los esteroles son un tipo de grasa natural presente en el organismo y se encuentra en nuestro cuerpo formando parte de membranas celulares, lipoproteínas, ácidos biliares y hormonas esteroideas.
El colesterol es poco soluble en agua, por ello, es transportado en la sangre por medio de lipoproteínas que varían en cuanto a su densidad, que son el HDL y LDL. En el siguiente artículo, hablaremos en detalle de cómo estás grasas son transportadas por estás lipoproteínas, influyen en la salud en valores elevados, sus indicadores y como sus niveles se asocian con múltiples patológias y el tiempo de actividad y ejercicio físico.
¿Qué es el colesterol? ¿Cuál es su rol en la salud?
Pregunta que frecuentemente muchos se hacen cuando después de un análisis de sangre se encuentran con el colesterol alto, después de esto dependiendo del profesional que acudan surgen diferentes alternativas a combatir este supuesto problema.
El término perfil lipídico describe la variación de los niveles de lípidos en sangre, siendo los más comunes las lipoproteínas de baja densidad (LDL) o comúnmente conocido como colesterol malo, las lipoproteínas de alta densidad (HDL) o conocido como colesterol bueno y los triglicéridos.
Por lo general, niveles elevados de colesterol se asocian a un pronóstico mayor de riesgo cardiovascular y se sabe que las afecciones cardiovasculares representan la primer causa de muerte en el mundo, lo cual, obliga a ser un factor a prestar suma atención.
De hecho, niveles altos de colesterol pueden estar también ligados a un síndrome metabólico y resistencia a la insulina. Pese a esto, el colesterol no aumenta sus niveles de la nada o porque si, hay algo que está logrando que se transporte más grasa y el colesterol es el encargado de llevarla hacia todos los tejidos.
Altos niveles de colesterol LDL en sangre indican un exceso de lípidos en sangre, aumentando con ello el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, en cambio, el colesterol HDL transporta lípidos de nuevo al hígado para su reciclaje y eliminación, es por esto, que niveles altos de HDL indican un sistema cardiovascular sano. Por otro lado, los triglicéridos en sangre derivan de comidas ricas en grasas.
Hay un relación directa entre niveles elevados de colesterol (crónicos) y enfermedades coronarias, un meta-análisis de Lloyd-Jones y colaboradores (2004) en el cual se evalúo a 170.000 participantes, se vio que si descienden los niveles de LDL disminuyen la incidencia de ataques al corazón y de accidentes cerebrovasculares.
Además, aquellas personas con un colesterol total de >200 mg/dl tienen aproximadamente el doble de posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares que aquellos que tienen niveles óptimos (<180 mg/dl) Roger y colaboradores (2012).
Otro estudio de Pedersen y Salting observó que el perfil lipídico mejoraba con el ejercicio físico, clasificando como categoría A la evidencia de que el ejercicio tiene un efecto positivo en la regulación positiva de los ácidos grados y el colesterol.
Para conseguir una reducción del LDL y de los triglicéridos (TG) debemos aumentar la intensidad del ejercicio, entrenar duro. El ejercicio de alta intensidad parece ser eficaz en la mejora del perfil lipídico, superando los efectos de la simple actividad física, ya que, a esta intensidad hay un mayor aclaramiento del LDL y de los TG en sangre, siendo el HIIT una estrategia muy útil.
Es clave plantear un incremento del gasto energético con ejercicio, ya sea aumentando la intensidad o el volumen, ambos presentaran efectos positivos en el HDL y en el perfil lipídico (Ferguson y colaboradores 1998). En cuanto al ejercicio de fuerza se ha demostrado que si aumentamos el volumen (ya sea con el número de repeticiones o de series) tendremos un mayor impacto en el perfil lipídico Lira et al (2010).
Consumo energético, ejercicio y colesterol
La respuesta a todo esto es simplemente un superávit calórico, es decir, se están consumiendo más calorías de las que el cuerpo necesita, por eso se produce dicho desequilibrio metabólico, ya que, consumir más calorías de las que el cuerpo necesita obliga al organismo a almacenar está energía en forma de más grasa.
Acá radica la importancia de mantenerse activos, del ejercicio planificado y la actividad física general, siendo los factores que más van a perjudicar al exceso de calorías y almacenamiento de grasa en forma de tejido adiposo.
Por su parte, el colesterol es el encargado de transportar esta grasa, y si la necesidad de transportar es muy alta, entonces el colesterol también lo será.
El colesterol no es un enemigo o algo malo, sino todo lo contrario, busca regular el metabolismo a través del transporte de grasas conduciendolas desde el hígado al tejido adiposo. La grasa no puede disolverse en la sangre, por eso necesita del colesterol para ser transportada a los tejidos de forma más eficiente.
Lo peligroso no es el colesterol en sí, sino la falta de actividad física y movimiento que producen un superávit calórico, un excedente graso que se traduce en colesterol elevado y que en consecuencia produce hígado graso o diabetes tipo II como algunas complicaciones de tantas otras.
Conclusiones sobre colesterol y ejercicio físico.
La actividad física y el ejercicio deben ser utilizados para mejorar los niveles de colesterol que no te quepan dudas. La actividad física regular se ha demostrado que aumenta el HDL, habiendo un estímulo/respuesta entre los niveles de actividad física y HDL.
En definitiva, lo mejor siempre va a ser más movimiento y menos dieta milagrosa sentado. No hace falta hacerse un análisis para entender que hay que moverse siempre, no se trata solo de estar “gordo”, tener elevado el colesterol o resistencia a la insulina para comenzar a hacer ejercicio, ya que, todas estas implicancias metabólicas connotan muchas veces la falta de producción de fuerza y gasto energético.
Referencia Bibliográfica
Baigent, C., et al (2010). Efficacy and safety of more intensive lowering of LDL cholesterol
Ferguson, M. A., et al (1998). Effects of four different single exercise sessions on lipids, lipoproteins, and lipoprotein lipase.
Lira, F. S., et al (2010). Low and moderate, rather than high intensity strength exercise induces benefit regarding plasma lipid profile.
Lloyd-Jones, D. M., et al (2004). Framingham risk score and prediction of lifetime risk for coronary heart disease.
Mann, S., et al (2014). Differential effects of aerobic exercise, resistance training and combined exercise modalities on cholesterol and the lipid profile.
Roger, V. L., et al. (2012). Heart disease and stroke statistics–2012 update.